Familia de Murialdo
- Categoría: Uncategorised
- 07 Mayo 2014
- Escrito por Super User
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F A M I L I A D E M U R I A L D O
El estilo de vida de San Leonardo Murialdo, es una propuesta actual que se constituye en una riqueza para la Iglesia, puesto que su espiritualidad y su carisma como don de Dios, ayudan al crecimiento del Reino de Dios. El mismo que se construye en las Comunidades de los Padres Josefinos y de las Hermanas Murialdinas, y alrededor de ellas ha nacido toda una familia de Laicos, que se han enamorado de este carisma que apasiona herencia de San Leonardo Murialdo.
Estimad@ lect@r si ud. quiere conocer más de cada uno de los miembros de la Familia de Murilado haga Clic sobre la imagen con el nombre grande y obtendrá la información pertinente de cada uno de los actores de esta Bien Unida Familia.
Carta a la Familia de Murialdo del P. General.
SACERDOTES Y HERMANOS JOSEFINOS
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Son los religiosos consagrados que dedican toda su vida a Dios, sirviendo a los jóvenes, especialmente a los pobres... LEER MÄS.. |
HERMANAS MURIALDINAS DE SAN JOSÉ
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Es la familia religiosa femenina, consagrada a Dios en la evangelización de los jóvenes y de la familia...LEER MÄS.. |
JÓVENES
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Son el centro de interés y la razón de ser de toda la familia Murialdina. |
INSTITUTO SECULAR DE MURIALDO
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Son los Laicos que se consagran al Señor con los votos de Castidad, Pobreza y Obediencia, permaneciendo en su propia familia y viven la espiritualidad de San Leonardo Murialdo en su ambiente de familia y trabajo...LEER MÁS.. |
COLABORADORES Y VOLUNTARIOS
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Jóvenes y adultos laicos que se comprometen a vivir el carisma de San Leonardo Murialdo y ayudan en el apostolado josefino. |
MADRES APOSTÓLICAS
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Un movimiento de mujeres especialmente madres de familia y/u otras que están decididas ayudar, a orar y trabajar para las vocaciones religiosas de los Padres Josefinos... LEER MÄS.. |
AMIGOS DEL MISIONERO
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Un movimiento de hombres de manera especial que están dispuestos a colaborar de manera efectiva con los misioneros, en ocasiones con la oración, con acciones o con donativos económicos. |
EX-ALUMNOS
Roma, 18 de mayo 2014
Fiesta de San Leonardo Murialdo
CARTA A LA FAMILIA DE MURIALDO
APASIONADOS DE UN CARISMA QUE NOS HACE HERMANOS Y HERMANAS
Vivir juntos el carisma en la FdM
Estimados hermanos y hermanas,
la carta que enviamos, también este año, en ocasión de la fiesta de Nuestro Santo, propone algunas reflexiones sobre “el carisma”, que Murialdo nos ha dejado como preciosa heredad.
Hablar de carisma significa hoy para nosotros contar una historia hermosa e importante, que no pertenece sólo a los Josefinos o a la Murialdinas, sino también a tantas otras personas que igualmente inspiran en el carisma su vida cristiana y su testimonio gozoso del Evangelio.
Actualmente, el carisma de Murialdo se vive y ama en el mundo; la conciencia y su conocimiento han madurado y se han enriquecido, gracias también al encuentro, al compartir y a la comunión entre las diferentes vocaciones.
Es importante, ante todo, evidenciar el aspecto de la “pasión” por el carisma.
Es una ley fundamental de la vida en general: ¡se transmite verdaderamente a los demás sólo lo que nos apasiona, lo que nos toca profundamente el corazón, aquello… de lo que estamos verdaderamente enamorados!
¡Cuando se conquista el corazón, más fácilmente la vida se pone en movimiento!
Cada uno de nosotros, cuando habla del carisma, sabe que habla de sí mismo, de sus resonancias interiores más profundas; sabe que se está poniendo en juego como persona, porque cada una de sus palabras recuerda su testimonio de vida, sus opciones y prioridades.
La pasión por el carisma no es un sentimiento, es más bien una disciplina, un estilo de vida: porque apasionan las palabras apasionadas, pero son apasionadas las palabras que provienen de la profundidad de corazón, y son totalmente coherentes con las opciones cotidianas.
El carisma da forma a nuestra esperanza, es la luz que ha iluminado nuestros pasos, enciende nuestros corazones, marca los senderos de nuestro camino.
Me recuerda aquella estupenda página bíblica en la que el Señor, llamando a Abrahán a formar un pueblo nuevo y a comenzar una nueva historia, le dice: “Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré. Yo haré de ti una gran nación y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás una bendición” (Gn 12, 1-2).
El carisma, don del Espíritu, que nos hermana y hace familia, es verdaderamente esa tierra bendita y fecunda que se nos ha dado como heredad.
Somos una bendición si este don resplandece en nuestra vida, si lo hacemos circular como el verdadero talento, que se nos ha asignado para hacerlo fructificar, no para esconderlo bajo tierra.
La lógica fundamental de este compartir es la de la reciprocidad, del dar y recibir.
Hoy todos nosotros estamos invitados a preguntarnos cómo y a qué condiciones el carisma pueda regenerarse a través del encuentro, de la relación, de la lógica de la reciprocidad, es decir en la lógica de un don que no me pertenece si no para compartirlo y donarlo, recibiendo de aquellos con los que lo comparto sentido y luz para mi propia identidad carismática.
Esta acentuación es la maduración más reciente de nuestra reflexión sobre el carisma, la que funda con mayor propiedad el discurso de la Familia de Murialdo, la que tenemos que comprender y profundizar aún más, para vivirla plenamente.
La reflexión de estos últimos años ha madurado una comprensión más dinámica del carisma, desarrollando algunos aspectos.
1. Carisma y relación humana
La atención a las relaciones humanas radica en el corazón de la sensibilidad humana y espiritual de Murialdo. Entrecruza problemas muy cadentes y actuales: la dificultad de la comunicación y del diálogo; la soledad generalizada; la sanación de las heridas relacionales.
Son problemas también nuestros, que nos atañen como personas, comunidades o institución.
Profundizar la pasión por el carisma y vivirlo con coherencia nos abre al sentido auténtico de las relaciones.
Ante todo, despierta en nosotros el sentido de gratitud, gratuidad y comunión.
Nos hace atentos, una vez más, al primado de la Gracia en nuestra vida y en la de los demás.
A menudo repetimos, carismáticamente, la expresión de Murialdo: “ Dios me ama”, pero con la misma veracidad podríamos repetir de cada hermano o hermana: “Dios los ama¡Qué consolación!” ¡y así cambiaría inmediatamente nuestro modo de mirarlos y de encontrarlos!
La referencia al carisma nos compromete a entrar en la verdad de las relaciones humanas.
2. Carisma y nueva evangelización
Hemos sido llamados a situarnos en la Iglesia y en la pastoral con la especificidad de nuestro carisma, interpretando la nueva evangelización a partir del sentir carismático de Murialdo.
Un punto de vista privilegiado e identificador puede ser, para nosotros, la centralidad de la persona y su maduración.
Quien siente con y como Murialdo, sabe bien que en la evangelización se parte de la persona, del joven, de las exigencias de afecto, pan, trabajo, cultura que lleva dentro de sí; mantiene siempre viva la perspectiva del otro, sin caer en la autopreocupación; comparte la invitación del Papa Francisco a “salir”, a encontrarse con los jóvenes, en todos los sentidos, ¡sin miedo ni siquiera a cualquier posible “inconveniente en el camino”! ¡Acaso, a aquel –diría el papa- de la enfermedad de la autoreferencialidad!
3. Carisma y calidad evangélica de nuestra vida
Se podría decir con cierta énfasis que el carisma es nuestro Evangelio, nuestro modo de vivir el evangelio.
Por esto nos apasiona: porque es, ante todo, el lugar que el Señor, con la vocación, nos ha hecho descubrir como la respuesta a nuestra necesidad de salvación y de plenitud de sentido en la vida.
El carisma determina y da la justa tonalidad a nuestra vida, marca nuestra identidad.
Es, sobre todo, la surgente de nuestra espiritualidad: nos sabemos conocidos, amados personalmente por Dios y siempre perdonados y protegidos con amor por su gracia.
Su misericordia es el aliento de nuestra vida espiritual y de nuestro apostolado: nos dejamos amar para evangelizar.
El carisma determina el estilo de nuestras relaciones.
Nos exige la capacidad de apreciar y bendecir, de saber convivir, quizás, con las dificultades y conflictos, sin desmoralizarnos.
Nuestro testimonio de vida según el carisma es un buen ejemplo que nos ofrecemos mutuamente.
Encontrándonos entre nosotros, compartiendo la vida y las experiencias, podemos aprender muchas cosas sobre el carisma, tal vez más que de los libros.
Esto es importante: vivir el carisma significa ser generosos en el dar, pero también en el recoger.
Si nos miramos a nosotros mismos, nuestras fragilidades, debilidades… es probable que nos desanimemos, pero el don del carisma ha fecundado una tierra grande y bendita; es la tierra de tantos corazones, y ha formado en el mundo una gran familia. ¡Alabemos al Señor!
Si sabremos custodiar, testimoniar, compartir con gozo y convicción este gran don que el Señor nos ha otorgado… seremos muchos, cada vez más, ¡porque éste es un carisma que apasiona!
¡Y la pasión no deja nunca indiferentes!
Con afecto y viva cordialidad
don Mario Aldegani – padre general Josefinos
madre Orsola Bertolotto – madre general Murialdinas
Moema Murycy, Instituto secular Murialdo
Roberto Frison – Comunidad Laicos de Murialdo Italia
El estilo de vida de San Leonardo Murialdo, es una propuesta actual que se constituye en una riqueza para la Iglesia, puesto que su espiritualidad y su carisma como don de Dios ayudan al crecimiento del Reino de Dios. El mismo que se construye en las Comunidades de los Padres Josefinos y de las Hermanas Murialdinas, y alrededor de ellas ha nacido toda una familia de Laicos, que se ha enamorado de este carisma que apasiona herencia de San Leonardo Murialdo.